Allí estaba yo,como cada fin de semana,en casa de sus padres pero sin sus padres,por supuesto.Cada viernes hacíamos nuestro ritual de cena,cine,copa y a dormir a su habitación durante todo el fin de semana que sus padres estaban fuera.
Tenían un xalet a las afueras y allí se iban a pasar varios días a la semana mientras su hija y yo disfrutábamos el uno del otro en el piso que dejaban a su cargo para que lo cuidara y,como le decían,no hagas tonterías ni traigas a mucha gente.
Muchos no eramos,siempre era yo y las provisiones de comida y bebida para dos días.
Como decía,allí estaba yo durmiendo con ella una mañana de un sábado cualquiera de febrero.Siempre me despertaba antes(por culpa de mi mal llamado insomnio) y me pasaba unos minutos observándola para,al final,acabar acurrucado a ella hasta que se despertaba.
Eran las 9:23,nunca se me olvidará(pese a los años que han pasado) porque miré el despertador instintivamente sin saber muy bien porque.Eran las 9:23 cuando se oyó abrirse la puerta principal.
La sorpresa( o mas bien susto) es de esas que no se te olvidan en la vida.
"Cristina,soy yo".
Era su padre,la voz de su padre que llegaba desde el recibidor.
Y Cristina que abre unos ojos como platos mientras se le empieza a desfigurar la cara...apenas le duró dos segundos,siempre fue una chica de recursos y antes de que me diera cuenta estaba saliendo de la habitación para recibir a su padre y de paso esconder la ropa que habíamos dejado tirada de camino a la cama.
-Papá,que haces aquí?
Esta chica es tremenda pensé.Su tono de voz era de lo más natural.
-Tu madre que se empeñó en que me llevara los zapatos nuevos y me hacen daño,he venido a por los viejos.
Yo en este momento había saltado de la cama,en calzoncillos,para esconderme justo en el espacio que había entre el armario y la pared.
Recé.
Lo reconozco.
Recé para que no se quedara,para que una vez tuviera las zapatillas se largara otra vez.
Recé para que Cristina hubiera escondido la ropa y todo lo que pudiera delatarme.
Creo que nunca he tiritado tanto,de frío y de nervios.
Su padre al fin se fue,cerró la puerta y oí como Cristina ponía el cerrojo.
Por si acaso.
Salí de mi escondite y nos encontramos en el pasillo.Nos miramos sin saber muy bien que decir.Al final optamos por abrazarnos.
Nos abrazamos como si hubiera sido la peor crisis que habíamos pasado...y en parte así era.
Follamos para quitarnos los nervios del momento y al acabar,echados uno al lado del otro,nos pusimos a reír.
Menos mal.