Si digo que soy escritor,no miento.
Si cuento que pinto palabras,no miento.
Cuando bebo,no miento.
Cuando digo te quiero,no miento.
Si quiero hablar y luego follar,no te miento.
Pese a todo,la palabra sigue siendo el arma preferida de la mentira.
Y contra eso no puedo hacer nada.